viernes, 11 de mayo de 2018
Desde que existen los chats en las redes sociales la paciencia, la búsqueda de información y la comunicación con otras personas ha cambiado de manera significativa. Las las noticias, ya sean reales e irreales, se difunden de forma desproporcionada y muchas veces no nos damos cuenta del daño que están logrando. En menos de 5 minutos la difusión de una noticia puede ser inexplicable, se pueden destruir reputaciones, puede llegar una noticia alguien que no debió llegar, se crea morbo, malas propagandas y muchas otras cosas mas, a veces más negativas que positivas.
A veces ni nosotros mismos hacemos un uso adecuado de estas facilidades. Nos la pasamos pegados a los teléfonos móviles chateando, viendo Facebook, Instagram, Twitter o el WhatsApp sin darnos cuenta que nos perdemos de cosas que están ante nuestro ojos, como nuestros hijos observando lo que hacemos, cosas de la vida diaria como una mirada de una persona, andamos desconectados del mundo real y conectados a un mundo irreal tratando de resolver problemas o solamente pasando el rato. Queremos ser los primeros en mandar una información que ni sabemos si es verídica o sin imaginarnos el impacto que pueda causar en otra persona y lo peor es que nuestros hijos siguen ese camino o se dirigen al mismo. No puede ser que una persona se entere por chat que su hijo, madre, amigo o familiar falleció y nadie lo haya llamado para decirle, pero resulta que un minuto después que ocurrió el deceso ya está la noticia en 5 grupos de chat y le escriben al involucrado en cuestión “dando un pésame”. Hemos perdido toda proporción de la realidad. En 3 minutos 10 grupos de chat tienen fotos de una adolescente que se cayó en el baño de la escuela y quedó tirada en el piso y cosas por el estilo.
Nos estamos dejando llevar por la distorsión de la realidad que nos causan los aparatos digitales “inteligentes” y parece ser que esos aparatitos nos están ganando en inteligencia a nosotros los humanos, estamos jugando mal las fichas y vamos a perder la partida si no nos ponemos las pilas.
Yo no estoy en contra de las redes sociales, estoy en contra del abuso de ellas, si no enseñamos su uso a nuestros hijos, se nos saldrá de las manos y no sabremos luego como agarrar las riendas nuevamente. Pongamos reglas, estemos pendientes, conversemos con ellos, sepamos que les gusta ver, expliquémosle el poder que tienen para bien y para mal, hagámosle saber que con un simple mensaje se puede hacer mucho daño a otra persona y después querer remediarlo será muy difícil.
No es tan fácil porque las redes sociales virtuales llegaron para quedarse, pero aprendamos a usarlas correctamente y ojalá nuestros hijos también lo logren hacer…